
En este mundo, en esta vida que nos toca vivir, en ocasiones nos encontramos con personas que generan un gran impacto. Para que eso ocurra, se deben aunar diferentes condicionantes: cultura, inquietud, principios y saber estar, entre otros. Natalia García Ania, es una de esas personas que dejan impronta, por todo lo anterior y por su generosidad de la cual soy beneficiario.
Quién es Natalia
Gijonesa de nacimiento, comenzó a profesar su amor por las artes a través del teatro y desde muy joven se desarrolló en este ámbito como actriz.
Tras escribir relatos cortos, publicó su primera novela, “Un año menos” en 2018 y ya entonces, con la inquietud que le caracteriza, trabajaba en la fragua de su segunda novela. Profundamente vinculada a nuestra tierra y su historia, escribe desde la memoria, desde la necesidad de comprender lo que fuimos para entender lo que somos.
Con sus novelas, duras en muchos momentos, revive con sensibilidad los años más oscuros de nuestra historia reciente, pero lo hace desde lo humano, desde la emoción y la vida cotidiana de personas comunes, especialmente mujeres cuyas vidas fueron puro ejemplo de resistencia.
Contraria a las injusticias, utiliza a menudo la frase “quien olvida su pasado está condenado a repetir los mismos errores” para enfatizar sobre la importancia de no obviar una época reciente de nuestra historia en la que las carencias sociales, políticas y de otras índoles también, fueron responsables de un oscurantismo doloroso para muchas y muchos, quienes hoy recuerdan esos tiempos entre el cansancio, el dolor, la frustración y el miedo.
La lucha de las generaciones que nos precedieron, en especial por la consecución de derechos, la libraron gentes que ya no tenían nada que perder pero desde algo tan importante como fue la conciencia de clase, algo que hoy se diluye bajo el individualismo más desafortunado.
Un año menos, su primera novela
Quienes vivieron esa época, en especial la posguerra, son el recuerdo vivo que alimenta la historia que Natalia cuenta en sus novelas. Las palabras de familiares y desconocidos, en especial de quienes más sufrieron por la simple circunstancia biológica de ser mujer, se plasman en “Un año menos” y “Los que fueron tanto siendo nada”.
Su primera novela, “Un año menos”, narra la historia de vida de Inés, desarrollada en el contexto de la posguerra en la cuenca minera asturiana, concretamente en Mieres.
Durante los capítulos que conforman esta novela, vemos los muchos actos de amor y la salvación que suponen los mismos. No solo desde la perspectiva de un amor romántico, sino todos esos otros tipos de amor que son igualmente importantes: padres, hermanos, amigos…
En ella vemos una clara reivindicación de la figura y la valentía de las mujeres así como su importancia durante el periodo en el que la lucha se mantenía clandestina y servían de apoyo y refugio para guerrilleros o, sencillamente, contrarios al régimen dictatorial establecido.
En este contexto, Natalia muestra un ejemplo en el que el valor no procede del no tener miedo, sino de la capacidad de vencer esa limitación y hacer lo que es de justicia.
Los que fueron tanto, siendo nada
Su segunda novela, “Los que fueron tanto, siendo nada”, sostiene aún más la importancia de la memoria social y nuevamente pone de manifiesto la importancia del papel de la mujer en un movimiento social como el de las Huelgas del Silencio.
Ambientada también en Asturias, esta vez en Langreo, narra la historia de tres familias mineras en 1962, año en que las huelgas mineras tomaron relevancia histórica, tanto dentro como fuera del país, haciendo tambalear el gobierno de Franco.


Algo que caracteriza los textos de Natalia es su profunda implicación en rescatar el conocimiento del momento en el que se desarrollan sus novelas. Más allá de la memoria popular y de las múltiples entrevistas que ha ido realizando a lo largo de los años tanto para su primera como su segunda novela, también ha invertido muchas horas de archivo, de consulta bibliográfica y de visualización videográfica.
Para empaparse y tratar de hablar desde el mayor conocimiento posible durante el proceso de investigación para su segunda novela, consiguió el permiso necesario para poder pasar una jornada laboral completa con los mineros en una mina real y en funcionamiento, donde pudo conocer en primera persona la dureza, las condiciones y las sensaciones de trabajar bajo tantas toneladas de piedra, en un ambiente angosto y en penumbra.

Para mí es un verdadero gusto y placer, me siento honrado de que haya tenido a bien otorgarme el papel de patrocinador de su obra.



